lunes, 31 de diciembre de 2012

¡¡FELIZ 2013!!

"Ojalá este año sea mejor" ...Se dice al principio
"Quisiera que este año se termine" ...Se dice en el medio
"¿Ya se fue el año?" ...se pregunta uno al final...

Desear lo mejor - Es obligación
Desearse lo mejor a uno mismo - También es obligatorio, aunque las críticas hacia uno continúen
Superarse a uno mismo - Es el objetivo, o eso siempre se dice...
Plantearse nuevas metas - Es probable, aunque esto nunca se cumpla realmente
Levantarse de los golpes - Pasa, sean pocos o muchos
Dar el golpe - Existe, aunque a veces uno no lo note

¿Y entonces? ¿Qué se hace ante la llegada de un nuevo año? Puede despedirse con nostalgia el que se va, si fue bueno, y por supuesto -nada nuevo lo que digo- recibir al nuevo con los mejores deseos; para vos, para mí, para la de allá, para el de ahí, para los seres queridos, que no son solamente los familiares, sino también los amigos, los conocidos, y los ídolos, por qué no...
Hay que ser realista, y saber que a lo largo del año ocurren hechos muy buenos, incluso inolvidables, y otros realmente malos, muy malos. No vale bajar los brazos, ni dormirse en los laureles; pero hay que vivir cada momento. Si es malo, no se volverá a repetir, y si es bueno, quizás tampoco, pero por lo menos se recordará mucho más.
Los mayas hablaron realmente del comienzo de un nuevo ciclo. ¿Era mentira? No se sabe, pero si es verdad, depende de cada uno querer iniciarlo.

¡¡FELIZ 2013 PARA TODOS!!

jueves, 20 de diciembre de 2012

LOS CUENTOS DE HADAS, OTRA MARAVILLA EN EXTINCIÓN. "LOS MÚSICOS DE BREMEN"



 Hoy en día, los cuentos de hadas prácticamente no existen. Y si bien hay casos de padres que les leen a sus hijos varias historias de este tipo, ya no son mayoría. Las razones, son más que conocidas: internet a la cabeza, la tecnología, los valores de hoy en día, y por supuesto, las verdaderas historias detrás de cada adaptación infantil.
¿Sabían los Hermanos Grimm sobre lo que realmente le había pasado, según se dice, a la Caperucita, o a su Bella Durmiente? Si era verdad, seguramente, pero no puede negarse que fueron precursores en su género, el de crear historias para entretener, y ayudar a dormir, a los más chiquitos. Hoy gracias al doodle de Google -irónico quizás-, los cuentos de los hermanos Wilhelm (1786-1859) y Jacob (1785-1863) Grimm, alemanes de orígen, vuelven a la escena y seguramente llevan más de un recuerdo a aquellos que supieron divertirse, aprender y valorar esas historias que despertaban a la imaginación durante la infancia. Rapunzel, Caperucita Roja, la Bella durmiente, los Músicos de Bremen, el Sastrecillo Valiente, Rumpelstinskin, Pulgarcito, son solo algunos de los títulos más mencionados, y más conocidos (hay más de 30 títulos en Wikipedia, para quien ya averiguó).
Lo mío es inevitable. ¡Claro que recuerdo esas historias! En algún rincón permanecen guardados los libros de cuentos, que seguramente pasarán a próximas generaciones. Mi idea hoy, para recordar los 200 años de los cuentos de Hadas de los Hermanos Grimm -aunque vale aclarar que no todos tenían hadas-, es la de compartir con ustedes una de sus historias, la de los Músicos de Bremen.


Cuentan los habitantes de Bremen, una antigua ciudad de Alemania, que hace mucho tiempo, un viejo burro, cansado de cargar sus bolsas de harina a cambio de poo alimento y nada de afecto, un buen día abandonó a su dueño y se encaminó a dicha ciudad porque deseaba integrar la banda de música de la región.
Con trote lento transcurrió media mañana, cuando de pronto se topó con un anciano perro de caza, tumbado a la vera del camino. Se notaba que el animal había recorrido una gran distancia, porque jadeaba sin cesar. El burrito, después de observar sus ojos tristes, le preguntó:
- ¿Por qué estás tan agitado? ¿Alguien te persigue?
- ¡Ay buen burro! -exclamó el perrito- Como ya estoy viejo para ir de caza con mi amo y no soy veloz capturando las presas, él ha decidido venderme, y por eso huí a toda velocidad. Pero ahora me encuentro ante otro grave problema, ¿cómo me ganaré mi comida?
- Yo voy a Bremen -le contestó el burro-, ciudad famosa por su orquesta formada por animales. Si te gusta la música y tienes buen oído, acompáñame y probaremos suerte. Yo tocaré el laúd, y tú, el timbal.
Al perro le gustó la idea y continuaron el viaje entretenidos en una amigable conversación.
Al mediodía, cuando calentaba el sol las piedras del camino, buscaron un poco de sombra. Al llegar a un buen árbol, descubrieron a un gatito que los miraba con recelo, y con los bigotes y pelos del lomo erizados.
- ¿Por qué estás tan asustado? -le preguntó el burro- ¿Alguien te persigue?
- ¡Ay burrito, si supieras de lo que me he salvado! Como ya estoy viejo y algo cansado de perseguir a los ratones del granero, y en cambio, prefiero acostarme cerca de la chimenea y ronronear cuando tengo hambre, mi dueña quiso deshacerse de mí. Cuando descubrí su intención, corrí sin parar hasta que llegué aquí.
El burro le contó sus planes y agregó:
- ¿Por qué no te unes a nosotros, tú que eres un experto músico de serenatas nocturnas?
Al gato le gustó la idea y los tres, ya repuestos, reanudaron marcha.
La tarde iluminaba el horizonte y al pasar cerca de una granja los tres amigos escucharon unos potentes quiquiriquíes. El burro se asomó a gallinero y vio a un gallito un tanto desplumado por el paso del tiempo.
- ¿Por qués estás tan apenado? -preguntó el burro- ¿Alguien te ha hecho daño?
- ¡Ay burro! Mañana mis amos agasajarán a unas visitas muy importantes, y han decidido preparar sopa de gallo para el almuerzo, por lo que mi fin está próximo y canto tristemente como despedida.
El burro entonces le contó sus planes y agregó:
- ¿Por qué no vienes con nosotros, tú que eres un magnífico cantante de día?
Al gallo le gustó la idea y los cuatro siguieron camino.

Escultura de los cuatro animalitos en Bremen, Alemania.

Al anochecer decidieron descansar en el bosque. Como no se sentían seguros, pues los peligros del bosque eran bien conocidos, el gallo, desde la copa de un árbol, había vislumbrado una lucecita proveniente de una casa, descendió y guió a sus compañeros hasta aquel solitario lugar.
La casa estaba iluminada y los cuatro amigos sintieron sonoras risas y gritos de furor apenas se acercaron. El burro, que era el más alto, se asomó para ver qué era lo que estaba pasando. Allí vio a una banda de ladrones sentados a una gran mesa con ricos manjares a los que habían dejado a un costado para poder contar sus monedas de oro. Estaban tan entretenidos repartíendose equitativamente el botín, que no advirtieron lo que afuera ocurría.
Los animales planearon el modo de ahuyentar a los bribones y disfrutar del banquete. Así fue como el perro se subió al lomo del burro, el gato se trepó al perro y el gallo voló hasta la cabeza del gato. De esa manera, irrumpieron en la casa atravesando la puerta y la ventana. Al ori los ruidos, los ladrones huyeron al bosque.
Contentos por el éxito del plan, los animales se dedicaron a saborear los alimentos. Después de la cena, cada uno buscó el sitio más apropiado para dormir. El gato se echó sobre las tibias cenizas del fogón; el perro, en el felpudo de la puerta trasera; el burro, sobre el heno del cobertizo y el gallo voló hasta la veleta. Pronto el sueño y el silencio reinaron en la casita.
Los bandidos se habían ido acercando, y cuando vieron que la luz se había apagado, el jefe de la banda envió a uno a inspeccionar. El ladrón llegó sigilosamente a la casa, se acercó al fogón y confundió los ojos del gato con dos carbones encendidos. Cuando sacó un fósforo para prender el supuesto fuego, el gato le arañó la cara. El hombre buscó la puerta trasera para poder huir. Sin saberlo, le pisó la cola al perro, que le respondió con un mordisco en la pierna. Enloquecido corrió hasta el cobertizo donde recibió un coz del burro, y al salir, el gallo emitió un potente quiquiriquí.
El bandido, malherido y sin aliento, llegó hasta el escondite y contó al jefe lo que supuestamente le había pasado:
- ¡Ay qué horror! ¡No regreso más allí! La casa está ocupada por una espantosa bruja que con sus largos y afilados dedos me arañó apenas entré; un hombre con una pala me esperaba detrás de la puerta y me golpeó la pierna; al refugiarme en el cobertizo un gigante descargó un garrote sobre mí, y arriba, estaba el juez que me gritó “¡Ladrón, ven para aquí! ¡Ven aquí, ven aquí!”.
La banda de ladrones no regresó nunca más y los animales se quedaron a vivir en la casita. Formaron su propia banda, y alegraron a todos los habitantes con sus lindas canciones.

  

Fuente: LOS MÚSICOS DE BREMEN, Adaptación del cuento de los hermanos Grimm. En: Colección minibiblioteca TRAPITO, Editorial Lord Cochrane S. A., Chile, Nº4, 1995.

domingo, 9 de diciembre de 2012

MITOLOGÍA: EL MITO DE OSIRIS. LOS HIJOS DE NUT Y GEB


Horus y su madre, Isis, junto al busto del dios Osiris.

Los hombres de la Antigüedad no tenían el apoyo de la ciencia, y observaban los fenómenos de la naturaleza sin entenderlos. Para explicar las estaciones del año, las lluvias, las inundaciones, las sequías, la belleza, el amor y otros misteiros que no comprendían, se valieron de los mitos y leyendas, caracterizados por la personificación de las deidades a las que se les otorgaba el control sobre alguno de los fenómenos citados anteriormente.
El Mito del nacimiento de Osiris se inicia desde la relación amorosa entre la diosa del cielo, Nut, y el dios de la tierra, Geb. Un vínculo nada aprobado por el padre de la diosa, Ra, temeroso de que el posible fruto de esa relación gobernase a la humanidad.
Así, Ra impuso una maldición sobre Nut para impedir que tuviera un hijo con Geb dentro de los siguientes 360 días. Thot, amigo de Nut y quien sabía que una ley divina máxima no podía desobedecerse, logró ayudarla; se reunió con Selene, la diosa de la luna, con la excusa de jugar a las cartas apostaron fuertemente, Selene apostó un poco de su luz, y la perdió. Esto explica que la luz de la luna es a veces más débil en ciertos períodos, careciendo de posibilidad de competir con la luz del sol. La luz restante, aquella que ganó Thot, sería utilizada para crear cinco días más, cinco días no contemplados en los 360 establecidos por Ra.
Nut, sin desobedecer a su padre, pudo tener a sus hijos durante esos días. Al primer día tuvo a Osiris, al segundo a Horus (dios del cielo), al tercero a Set, al cuarto a Isis y al quinto a Neftis (diosa de la oscuridad, madre de Anubis).
Al crecer, Osiris se convirtió en un gran rey, sabio y bondadoso. Se dedicó a la tarea de civilizar a su pueblo, que por aquel entonces tenía costumbres primitivas e incluso practicaba el canibalismo. Sus viajes a otras tierras pronto despertarían los celos y la envidia de su hermano Set, identificado como el dios protector y destructor del mal.
Mientras Osiris viajó a territorios lejanos, su esposa Isis gobernó Egipto. Set consiguió asociarse con Aso, la reina de Etiopía y a un grupo de setenta y dos traidores. Se tomo el trabajo de medir cuidadosamente el cuerpo de su hermano y, con esas medidas mandó a construir un cofre, ricamente adornado y finamente tallado.

Set, o Seth.

Set, organizó un gran banquete donde invitó a su hermano Osiris y a los setenta y dos conspiradores. En medio de la fiesta, Set dijo divertido que regalaría el cofre a aquel que lograse introducirse sin problemas en el mismo. Los traidores formaron rápidamente una larga fila para medirse dentro, pero ninguno entró. Cuando le llegó el turno a Osiris, que no sospechó en ningún momento de que estaba siendo víctima de una traición, se acostó adentro. Los conspiradores se abalanzaron sobre el cofre, clavaron la tapa y luego arrojaron plomo derretido, para evitar que pudiera quedar alguna abertura por donde Osiris pudiera respirar. Cargaron el cofre hasta el río Nilo y lo arrojaron en la desembocadura del Tanaitic.
Como muestra de dolor, Isis se vistió de negro y se cortó un mechón de cabello. Estaba convencida de que los muertos no podían descansar hasta que fueran sepultados y se celebraran los funerales con los ritos correspondientes, por esa razón, acompañada de su hijo, también llamado Horus, partió a buscar el cofre con los restos de su marido desaparecido.
Al llegar a la isla de Buto, le encargó al rey Uadyet, que cuidara de Horus. Partió a recorrer Egipto tratando de averiguar con cuanta persona se cruzara en su camino si sabían en dónde estaba el cofre, pero no obtuvo respuestas alentadoras. Un grupo de niños que jugaban a orillas del río le respondieron que habían visto a Set y otros hombres arrojar un cofre cerca de la desembocadura del Tanaitic.
Isis entonces visitó a su hermana Neftis para comentarle lo sucedido. Al llegar a la casa, Isis vio las ramas de una planta medicinal que su marido usaba en su corona y que había dejado en casa de Neftis. Así descubrió que Osiris había tenido relaciones con su hermana, confundiéndola con ella, ya que eran muy parecidas. De esa unión ilegítima, nació Anubis.

Isis y Neftis

Ya se había resuelto el misterio del cofre. Pero Isis no sabía si se había hundido en las aguas del Nilo o si la corriente del río lo había llevado lejos. El cofre había sido arrastrado por la corriente hasta Biblos y allí quedó depositado junto a un arbusto de tamarisco que creció hasta convertirse en un árbol que en su tronco quedó escondido el cofre. Cuando el rey del lugar, vio ese árbol tan espléndido, decidió talarlo y utilizar el tronco como columna para sostener el techo de su palacio. Isis le solicitó que le cediera la columna que contenía el cofre con el cuerpo, accediendo favorablemente el rey. Isis, finalmente, pudo llorar junto al cofre de su marido muerto.
Pero Set volvió a atacar. Una noche de caza por los pantanos, descubrió el cofre, en un sitio en donde Isis lo había escondido. Lo abrió, cortó a su hermano en varios pedazos y los distribuyó a lo largo del río Nilo, para alimentar a los cocodrilos. Al descubrir este nuevo hecho, Isis comenzó una nueva búsqueda, pero esta vez la acompañaba su hermana Neftis.
Se subieron a un barco con el que emprendieron la travesía por el Nilo. La acompañaron en el viaje siete escorpiones destinados a potegerlas. Y como los cocodrilos no habían tocado los trozos del rey, Isis los pudo recuperar de a uno por vez, salvo el miembro viril que fue devorado por tres clases de peces, que a partir de entonces quedaron malditos para siempre. Cada trozo de marido recuperado, era envuelto en cera perfumada y entregado a los sacerdotes del lugar para que le rindiesen culto, como si estuviese vivo.
 Isis más tarde reconstruyó el cuerpo por completo. Anubis lo embalsamó convirtiéndose en la primera momia de Egipto. La diosa volvió a ocultarlo, y hasta el día de hoy nadie ha podido encontrarlo.


Nota: Los nombres de los dioses tal como hoy los conocemos, fueron en realidad aplicados por los griegos, quienes además les agregaron sus equivalentes respectivos.


Fuente: Archivo personal.