Anaximandro y Ptolomeo sostenían
en la Antigua Grecia que la Tierra era el centro del universo, y el Sol era un
astro más que giraba a su alrededor. Esta concepción no podría ser discutida,
pues eran las épocas en las que el hombre empezaba a explorar, a conocer, a
buscar respuestas a aquellos fenómenos de la naturaleza que, hasta entonces, no
las tenían, y todo aquello que descubría, era considerado como cierto. La Tierra, firme en su lugar, era sitio de contemplación de las
estrellas, y por supuesto, del Sol y su recorrido que determinaba las noches y
los días. Muchos siglos después, ya hacia fines de la Edad Media, los científicos
del momento continuaban sosteniendo estas ideas, y la religión, aportaba lo
suyo considerando que, por ser los únicos seres vivos en la galaxia, los
humanos eran las criaturas más importantes de Dios. Hacia mediados del siglo
XVI, aquello cambiaría.
Nicolás Copérnico no tenía
previsto ser astrónomo. Nacido en Torun, Polonia, y en el seno de una familia
de comerciantes adinerados, luego de quedar huérfano se refugiaría en un templo
religioso, y estudiaría derecho canónico. Más tarde se especializaría en economía,
y posteriormente en medicina, pero estaba aún lejos de observar hacia el cielo.
¿Astronomía? Era algo que no le llamaba la atención, menos si manejaba las
finanzas de buena forma y la medicina lo entretenía. Sin embargo, debido a sus
estudios, se rozaría con el Humanismo, que influiría y provocaría un
considerable cambio en su pensamiento, para dar así lugar a sus estudios astronómicos.
Llegó a presentar sus primeros trabajos hacia 1507, adquiriendo pronto un gran
prestigio dentro de la comunidad científica. Contaba entonces con 34 años, y
jamás habría imaginado llegar tan alto en tan poco tiempo.
Dispuesto a desmentir al lejano
Ptolomeo -no intencionalmente, ya que era admirador del griego-, Copérnico
publicaría tres libros, el último en 1543 -año de su muerte-, en los que
explicaría que el centro del Sistema Solar era el Sol, y que tanto la Tierra
como los demás planetas giraban alrededor del mismo, en círculos perfectos. Hay que tener en cuenta que en aquella época no todos los planetas habían sido descubiertos, y que por lo tanto el modelo del Sistema Solar permanecía bastante más reducido. Si
bien desde Roma se había pedido, algunos años antes, que sus trabajos fueran
publicados, dada la importancia que habían adquirido, los críticos aparecerían
aún antes de verse completa su obra. Lo que más discutían, era aquella
posibilidad de que la Tierra no fuera el centro del universo, ya que las ideas
de Ptolomeo habían sobrevivido al paso de los siglos y parecían irrefutables. Copérnico
también había tenido muy en cuenta las concepciones tolomeicas, pero se había
valido de estudios de otro personaje griego, Aristarco de Samos, quien en épocas
del propio Ptolomeo había postulado la teoría del Heliocentrismo. Sabemos cuál
trascendería después.
Exposición del Modelo de Copérnico |
El peligro de la Inquisición estaba
muy presente en el siglo XVI; Copérnico lo sabía, y por ello la negativa de
publicar sus obras, hasta que un cardenal desde la Santa Sede le solicitara
darlos a conocer. Y una vez conocidos, serían criticados, a tal punto que ya en 1616, serían
definitivamente marcados como libros prohibidos. Uno de sus sucesores, Galileo
Galilei, sería condenado por el tribunal inquisitorial, justamente por sostener
las ideas de su maestro. La teoría Heliocéntrica sería considerada inválida
como así todos los trabajos de Copérnico que iban en contra de los ideales etnocéntricos
medievales. Otro de sus seguidores, el danés Tycho Brahe correría una suerte
diferente, ya que, desde el norte, se convertiría en un increíble observador, un
gran astrónomo, y permanecería liberado de toda amenaza religiosa. Johannes Kepler,
nacido unos años después de la muerte de Copérnico, se atrevería a corregir un
poco la teoría, estableciendo que los planetas giraban alrededor del Sol, pero
no en órbitas circulares perfectas, sino en elipses, de forma ovalada.
Moriría en 1543, sin saber que sus
libros y su teoría serían tanto prohibidos por la Iglesia como defendidos por
discípulos como Galileo, Brahe, Kepler y Newton, y que, a pesar del veto y la censura,
sus publicaciones también superarían el paso del tiempo. Sin imaginarlo, de la
economía y la medicina pasaría a la astronomía y en parte por influencias
humanistas; en épocas en que la Inquisición en Europa era muy fuerte, mantuvo
su postura intelectual y se ganó tanto admiradores como detractores. La posterior
corrección de Kepler contribuiría al perfeccionamiento de las ideas del polaco, considerado hoy como uno de los más grandes astrónomos de la
historia, a pesar de haber planteado un Heliocentrismo inesperado, por la época
y porque definitivamente, no estaba en sus planes.
A quinientos cuarenta años de su
nacimiento, va dedicado este espacio a Nicolás Copérnico.
¡Saludos y gracias!
Fuentes: Enciclopedia Geográfica LA TIERRA, Tomo I, El Universo. Edición de la revista Biliken, 1993.
Archivo personal.
¡Saludos y gracias!
Fuentes: Enciclopedia Geográfica LA TIERRA, Tomo I, El Universo. Edición de la revista Biliken, 1993.
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